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La reforma del piso SANTPERE47 es una relectura de la estructura espacial del típico piso del ensanche barcelonés del siglo XIX, sucesión de estancias aisladas y patios desconectados. SANTPERE47 desmaterializa la estructura de muros mediante nuevas conexiones físicas y visuales. Fue leyendo el piso cuando descubrimos una coincidencia geométrica en la trama cartesiana, un eje diagonal que reseguía los huecos de la puerta de entrada, de un portal intermedio y de uno de los ventanales enfrentados a la calle. Así nació la diagonal que vertebra el proyecto. La reconversión de los antiguos espacios del piso dan lugar a visuales inesperadas cuyo origen siempre es la habitación principal que hace las veces de “sala de control”. Desde ella, a través del patio ves la otra habitación, a través del distribuidor aparece un baño y a través del baño ensuite se despliega el salón; es este baño “diluido” el que te permite lavarte los dientes con la luz y el reflejo de los arboles de la calle. Dos guías doradas resiguen los cuerpos que se deslizan a ambos lados de la diagonal, dos guías tecnificadas que soportan el paso de cableado, iluminación, el paso de puertas y hasta una escalera deslizante. Estas líneas doradas establecen una división horizontal en el piso: hasta los 2,20 m discurre el espacio habitable y por encima flota el espacio regalado, espacio que tiene otra escala y organiza altillos de almacenaje, botelleros, la entrada de luz cenital en el baño o una estancia polivalente. SANTPERE47 entabla un diálogo fresco con sus orígenes que se descubre entre el artesonado dorado del salón y la danza de gotas de agua iluminada, en la experiencia táctil de las vigas de madera que soportan el piso al alcance de tus manos en el altillo o en la escalera-mueble que asciende a él formada por el mosaico recompuesto del antiguo salón, cuyo reflejo se multiplica a modo de alfombra mágica. Parquet Roble tricapa aceitado en blanco, listones de IPE atornillados, puertas de Haya, montantes de Arce, mobiliario en DM lacado en blanco… Cada una de las maderas que conviven en este piso contribuyen al juego colorista de tonos dorados y marrones, a la vez que le otorgan la calidez necesaria para la intimidad de una vivienda. Aun dos años después el olor a madera fresca te da la bienvenida al entrar.

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