Santa FÉ Center es el resultado de crear un sofisticado centro de ocio que logre convertirse en la referencia de los municipios del interior alicantino. Renovando por completo una antigua nave industrial, Santa FÉ Center recurre a texturas metálicas, terciopelo burdeos y tonos cobrizos para evocar el espíritu de los Felices Años 20. Un sport bar con una gran barra, un cocktail bar más privado y una sala de juego conforman la oferta de este centro.

La fachada se presenta revestida con dos materiales, en el centro con unas bandejas de material de aluminio composite de color cobre, y flanqueando por ambos lados con una chapa metálica de acero de color gris oscuro. La chapa metálica posee una geometría vertical con una sección inclinada a dos aguas que le dota de ritmo y dinamismo. Un efecto que se ve incrementado por el contraste con el revestimiento cobre efecto metálico de aluminio que realza el acceso a Santa Fé. El acceso al local es reforzado por una marquesina en forma de túnel que invita a entrar. En la piel interior del túnel la piel metálica se vuelve de color burdeos haciendo una transición hacia el color del terciopelo que nos envolverá dentro.

En el interior, nos encontramos en primera instancia con la zona de sport bar. La transición de entrada se produce comprimiendo al visitante a una altura de 2,20 metros del túnel y pasando a una gran altura de más de 7 metros una vez se cruza la puerta de entrada. Esta altura se humaniza con recursos como descolgar unas grandes lámparas circulares que alcanzan diferentes niveles. Su geometría, el revestimiento metálico y la temperatura de la luz hace que el espacio vibre. Además, sus curvas acompañan a los sofás situados en uno de los bordes del bar, perpendiculares a la barra, creando así, un espacio acogedor, mediante el uso de cortinas aterciopeladas de color burdeos, cuyo material se corresponde con el propio mobiliario. 33 pequeñas lámparas descuelgan además sobre cada banco circular para crear un ambiente más íntimo.

Tratamos de generar un ambiente general sosegado y de sombras, para destacar elementos de gran presencia como las piezas de mosaico que resalta la barra y la contrabarra con sus tonos cobrizos brillante. La contrabarra, con su forma abovedada, se precipita hacia los usuarios, acogiéndolos, y generando mayor superficie en la planta de arriba.

En la entreplanta, conectada por una escalera al sportbar, se sitúa el cocktail bar, más privado y recogido. En el cocktail bar una serie de bancos se sitúan dispersos por la planta pero de forma exenta, en forma de semicírculo, y son completados por sillones y pufs para que los grupos de usuarios puedan disfrutar alrededor de la mesa circular central. Un espectacular revestimiento de aluminio cobre diseñado por Pablo Muñoz Payá Arquitectos y que recorre todo el perímetro bañado por luz led lineal le otorgan la personalidad a este espacio. Un techo más bajo, el revestimiento de madera natural de la barra y la moqueta cierran la lista de materiales que aportan la calidez a este espacio.

Por último, la sala de juego, al fondo del local, vuelve a aprovechar la altura de 7 metros que aporta la antigua nave industrial. Para dotar de personalidad a este gran vacío, se generan dos grandes tótems que sostienen las pantallas que dan servicio a las mesas de juego, proporcionando al espacio majestuosidad y calidez. Con una estructura metálica y terciopelo generan un juego de texturas y luces, conformando dos grandes esculturas.

El mismo revestimiento tridimensional de aluminio de color cobre metálico utilizado en el cocktail bar, reviste una de las paredes principales de la sala de juego. La geometría diseñada para este revestimiento se ve replicada con papel pintado en el resto de paredes de la sala.