La arquitectura del paisaje debe transmitir sensaciones confortables en la ciudad.
Por eso no nos interesa sólo que el puente se muestre con una nueva imagen; el proyecto se centra en la propuesta de nuevos materiales y en la nueva experiencia que ofrece a sus usuarios. Nos interesan especialmente las nuevas cosas que las personas podrán hacer el puente. Pasear, encontrar un vecino, sentarse, conversar, refugiarse en una sombra, observar las vistas y el flujo de tráfico constante como si fuera un río caudaloso ... Atravesar este puente se vivirá como la experiencia de atravesar un espacio ajardinado.
También nos resulta importante la experiencia de los usuarios de los vehículos, que pasan el puente por debajo. Entre el puente y los muros laterales de la avenida tendrán la sensación de atravesar una puerta vegetal que, literalmente, les da la bienvenida a la ciudad.

El Puente de Sarajevo, construido sobre la Meridiana en los años ochenta como un puente para vehículos, se transforma en un puente para peatones; el proyecto consiste en convertirlo en un nuevo lugar; un nuevo espacio libre que pueden compartir los habitantes de la Trinitat Vella y Trinitat Nova. La historia de este puente comienza de nuevo. Las personas, por su forma de vivirlo y de utilizarlo nos enseñarán a lo largo del tiempo lo que este espacio público puede hacer para mejorar la calidad de vida en un barrio.

Los materiales empleados de diseño son la vegetación de enredaderas, el hierro, el hormigón y la luz. El mismo puente incorpora la captación de energía solar que utiliza para la iluminación • iluminación nocturna y el nuevo hormigón fotocatalítico que limpia el aire de CO2 y reduce la contaminación. En definitiva se propone que el puente se convierta en un nuevo espacio cívico ajardinado dotado de la tecnología más contemporánea para mejorar las condiciones de habitabilidad del entorno y minimizar (o anular) consumos, emisiones y gastos de mantenimiento.