El proyecto de esta vivienda unifamiliar en El Cabañal ha conseguido poner en valor los elementos más característicos de la construcción original sin renunciar a la flexibilidad y confort propios de la época actual.

El diseño parte de una tradicional “casa a dos mans”, con un cuerpo principal e imponente fachada simétrica a la calle, que ocupaba toda la profundidad de la parcela, comunicando con la calle posterior mediante una construcción de menor entidad resultado de diversas ampliaciones. Es por ello que la intervención intenta recuperar el volumen primitivo, diferenciándolo del cuerpo trasero tanto en programa como en sistema constructivo.

Toda la cubierta tradicional a dos aguas y la primera crujía de la antigua vivienda se recuperan para albergar un programa poco definido, diáfano y fluido, sin casi particiones donde la luz y la amplitud espacial son los protagonistas. En el centro, marcado por la preexistencia de un pequeño patio de luces, se ubica la nueva escalera: una pieza casi escultórica que nace de una “caja de madera” que ordena el espacio en planta baja, separando la zona del acceso, del espacio de salón-comedor-cocina, y que, a través de un amplio hueco en el forjado, comunica con la planta primera. En dicha planta, el espacio original se ordena de forma diáfana gracias a la construcción de un “altillo” que fragmenta la volumetría mediante diferencias de gálibo, recurriendo a la mínima partición vertical.

La fachada principal se respeta al máximo, haciendo un especial esfuerzo en rehabilitar los elementos ornamentales originales: molduras, cornisas, rejería, portón de acceso, …; jugando con tonos y materiales de cierta elegancia. Por otro lado, la fachada posterior, que no es más que una “membrana” que separa el patio de la calle, adquiere un carácter mucho más doméstico, con huecos contenidos y una original celosía de remate, rediseñado todo ello a partir de elementos nacidos de la tradición. El propio patio se dibuja en continuidad con dicho concepto mediante una materialidad muy expresiva a partir del ladrillo cocido y de sus líneas y vacíos.

El nuevo cuerpo trasero se construye volcando a dicho patio, y alberga los espacios más fragmentados y privados. Sus líneas rectas, materialidad y grandes superficies acristaladas más propios de la arquitectura funcional contemporánea, contrastan con el espacio exterior, poniéndolo en valor y convirtiéndolo en el corazón de la vida cotidiana.