Contra todo, este hermoso edificio construido a mediados del s.XVIII, está hoy rehabilitado y es testigo de su tiempo para nosotros y para futuras generaciones.
Nuestra intervención trata de rehabilitar un edificio protegido por la administración pública local. Una vivienda que comenzó siendo un inmueble afín al tránsito ferroviario. Sus artesonados de madera en los remates de la cubierta y la teja francesa son sus principales reclamos. Dos cuerpos gemelos, de dos plantas, flanquean una zona central de planta baja.
NO HABÍA QUE HACER NADA, SÓLO LIMPIAR, SANEAR, ELIMINAR, REPARAR, REPONER… REHABILITAR. Como sucedió en la Plaza León Aucoc, de Burdeos, en la que Lacaton y Vasal sólo plantearon su mantenimiento.
En la parte de atrás una ampliación que se hizo con posterioridad y que actualmente forma parte del conjunto, agobiaba a la construcción principal y la debilitaba. Se eliminaron las cubiertas manteniendo los muros como el resto de su huella, ahora encierran un patio. Lo que queda de los pavimentos aún está. Lo que puede quedarse se queda y aporta. La ruina entra en valor a poco que se trabaje el plano del suelo.
La nueva distribución interior se adapta a los muros existentes. La estructura nunca se altera. Se mantienen todos los pavimentos hidráulicos. Se aporta aislamiento, se recupera el pozo, se vuelve a vivir.
La arquitectura, en ocasiones, nos salva.