Tres hermanos deciden construir sus casas en una parcela situada en una zona de reciente urbanización en el límite de la localidad. Llegamos los primeros, aún no tenemos “vecinos”, están por llegar…

La parcela, orientada al Norte, goza de unas magníficas vistas lejanas sobre los montes cercanos y se encuentra delimitada por una vía rápida que circunvala la localidad. Estas circunstancias determinan la definición de la propuesta.

Este proyecto se rebela contra el destino que le depara las ordenanzas. Trata de extraer jugo a una normativa estricta que fomenta la construcción de viviendas embutidas en parcelas pseudos ajardinadas. Entendemos que estos espacios exteriores son residuales y caricaturescos si se entienden como zonas ajardinadas pero son generosos si se entienden como patios.

El proyecto plantea un zócalo pétreo en planta baja que cierra las casas al exterior, que las protege del bullicio y de los vientos del Norte y que permite que la vida se abra a la buena orientación de sus patios interiores intercalados entre tapias. Muros que entran y salen diluyendo los límites, confundiendo interior y exterior.

Sobre él, tres cajas blancas apoyadas con cuidado, minuciosamente perforadas enmarcan las vistas y dirigen la mirada.

Tres familias, tres intenciones… Un solo proyecto. Seguimos vivos…