José Antonio Pascual Pascual
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Un proyecto con muchos interrogantes
Políticos, placeros, comerciantes, vecinos y hasta plataformas ciudadanas ya han mostrado lo que piensan del
polémico proyecto del nuevo Mercado Central. Sin embargo, ¿cuál es la posición de los arquitectos? Seis
especialistas dan su opinión sobre la propuesta que hay en estos momentos sobre la mesa.
MARÍA POMARES 10.10.2013 | 00:39
El proyecto para construir un nuevo Mercado
Central ha dado pie a posiciones encontradas,
desde las de aquéllos que lo defienden a
ultranza, hasta los que lo rechazan de plano,
pasando por los que tienen sus reservas en un
sentido u otro y los que prefieren no manifestar
su opinión abiertamente. Sin embargo, ¿cuál es el
sentir entre los arquitectos? De entrada, hay
quien opta por guardar silencio por un motivo o
por otro y quien sólo habla «sotto voce», aunque
también los hay que dan el paso al frente y
valoran el proyecto que está planteado hasta la
fecha. Hay quien pone el foco en unos puntos y
quien los pone en otros, y hasta los hay que ven
con buenos ojos el derribo, pero la práctica
totalidad de los especialistas consultados por este periódico coinciden en que es un proyecto complejo
con muchos interrogantes y que quizás éste no es el momento más adecuado para una idea como la
que se propone pero, por encima de todo, defienden que es necesario mantener la esencia del
mercado.
Gaspar Jaén: «Va a ser un error histórico, económico y social»
El catedrático de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Alicante, Gaspar Jaén, lo tiene claro:
«Yo creo que el equipo de gobierno se está equivocando y que debería pensarse dos veces el
proyecto, porque va a ser un error histórico, económico y social, más allá del valor arquitectónico que
pueda tener el edificio», sentencia. Este especialista en la arquitectura y urbanismo de la ciudad apunta
que «estamos hablando del centro histórico, que es un área muy sensible de las ciudades y, por tanto,
a la hora de actuar, hay que hacerlo con delicadeza y bisturí, y más cuando hablamos de un edificio
como éste». Jaén incluso lamenta que «se está proponiendo privatizar un espacio público que está
funcionando ahí desde la época islámica, y de un proyecto que va a afectar de manera directa a todos:
a los placeros, a los vecinos, a los comercios, o a mi madre que va a comprar, y que va a condenar a
muerte a todos los establecimientos que ya están en una situación delicada». Por ello, a su juicio, la
solución pasa por «acondicionar el edificio y tratarlo con un plumerito, y, por supuesto, sin iniciativa
privada, porque la ciudad no se puede permitir estar tres o seis años con esa herida abierta, como hizo
Diego Maciá en Traspalacio». Por lo que respecta al valor arquitectónico del edificio, concreta que «el
edificio está bien, porque estamos hablando de que es una construcción de los años sesenta en una
ciudad en la que no queda nada».
Ángel Rocamora: «Lo dudoso
es si ahora es el momento»
Ángel Rocamora se muestra partidario de diferenciar entre aspectos técnicos y políticos. En esta línea,
este arquitecto manifiesta que «el compromiso social y la responsabilidad de los arquitectos nos exige
siempre que el proyecto se ejecute con las expectativas, en el tiempo y con presupuesto que hemos
estimado, sin engañar a nadie», y alerta de que «otra cosa muy diferente es la cualificación y definición
del uso, lo que llamamos el programa, la fiabilidad y la viabilidad de las predicciones y negocios que en
El aspecto que presentaba ayer por la mañana el entorno del
Mercado Central y, concretamente, la zona que da la plaza de las
Flores, con varias personas paseando por allí. ANTONIO
AMORÓS
el proyecto se prevén, que es una responsabilidad directa de quién decide realizar el proyecto en ese
momento». A partir de ahí, apunta que «cualquier cambio en la ciudad siempre es convulso y
traumático en un principio», pero plantea que «lo más dudoso y cuestionable ahora es si es el momento
de realizar el proyecto, con la situación económica en la que nos encontramos».
Nieves Clement: «No podemos perder la esencia del mercado»
Nieves Clement realizó su proyecto final de carrera en Barcelona sobre el Mercado Central de Elche.
Desde la visión que le da la investigación que hizo, esta arquitecta ilicitana destaca que «los mercados
tienen un gran valor cultural y económico, y siempre han sido generadores de una vida urbana muy
importante y, al mismo tiempo, de espacios urbanos». Así las cosas, puntualiza que «no podemos
perder la esencia del mercado, y más cuando tenemos el concepto de centro comercial abierto, porque
los mercados son una marca de ciudad, reciben a muchos turistas, y ahí Barcelona lo ha hecho muy
bien, con edificios que se han adaptado a los nuevos tiempos». De hecho, reconoce que «los
comerciantes del mercado necesitan zonas de carga y descarga o almacenes dentro del propio
edificio», pero aboga por «realizar un estudio en profundidad que tenga en cuenta todas las vertientes,
con informes de tráfico y demás, y, a partir de ahí, valorar qué se puede hacer, si es mejor la reforma o
el derribo y, sobre todo, aprovechar para hacer una remodelación urbana». En cualquier caso, es de la
idea de que «tendríamos que haberlo hecho mucho antes, pero ahora no es el momento porque se
tendría que hacer con inversión municipal». Por otro lado, reconoce que «es necesario que el mercado
tenga su aparcamiento para facilitar las compras a los clientes, pero si lo que queremos es aligerar el
centro histórico de tráfico, no se pueden hacer 400 plazas, sino menos para dar servicio a los usuarios
de los puestos».
Rafael Legidos: «Me gustaría ver otra propuesta de conservación»
El vocal de Elche del Colegio Territorial de Arquitectos de Alicante, Rafael Legidos, deja claro de inicio
que la suya es una opinión personal y no representa a los profesionales colegiados y, a continuación,
puntualiza que «es un proceso muy complejo y con muchos matices». Con estas premisas de partida,
incide en que, «para acometer un proyecto de estas características, debemos tener claro qué proyecto
de ciudad y qué modelo de centro queremos, y que tengan continuidad en el tiempo, más allá de lo que
pase cada cuatro años en el ámbito político». Al mismo tiempo, hace hincapié en que «los placeros son
clave en el proyecto, son la guinda de la historia, y tienen que funcionar como una sola voz. No tiene
sentido plantear una obra así y que al final no vayan al nuevo mercado». También considera que «es
necesario el consenso de todos los agentes implicados, porque no es Santa María, pero tampoco es
una nave industrial». Para Rafael Legidos, «parece que no es el momento de hacer una intervención
tan fuerte», y confiesa que, «aunque los pliegos hablan de un nuevo edificio, me encantaría que
apareciese alguna propuesta de conservación que sea viable económicamente y que suponga un salto
cualitativo, para que podamos comparar un modelo y otro». Lo que sí tiene claro es que «el mercado
tiene que ser lo preponderante porque lo extraordinario de estas instalaciones son los productos que
puedes encontrar allí, y con lo que se plantea ahora los puestos pasan a un segundo plano».
Ricardo Irles: «Su relevancia sentimental obliga a conservarlo»
El profesor del departamento de Expresión Gráfica y Cartografía de la Universidad de Alicante Ricardo
Irles detalla que «el Mercado Central no es un edificio de especial relevancia arquitectónica, pero sí
tiene un gran valor sentimental por su relación con los ilicitanos, y más en una ciudad en la que se ha
arrasado sistemáticamente con todo, por lo que sería razón más que suficiente para que se
reconsiderase su conservación y reacondicionamiento». Para este arquitecto de Elche, «eso supondría
demostrar con hechos y no sólo con declaraciones el interés de nuestros representantes en el
patrimonio, y sería coherente en tiempos de tantos recortes». También recuerda la experiencia del
parking de San Esteban de Murcia, paralizado desde hace años por la aparición de restos
arqueológicos de época islámica: «En aquel caso hubo que pagar a la empresa, pero en el Mercado
Central no se contempla ninguna indemnización. Sin embargo, estamos en el corazón de la ciudad
medieval. ¿Qué pasará con los vecinos y comerciantes, y con el daño que una paralización les podría
ocasionar?», cuestiona Irles. Incluso va más allá y alerta de que «puede haber presiones. Está claro
que la maquinaria legal y permisos funcionan como garantía, pero no podemos ser ingenuos».
Asimismo, especifica que «la creación de 400 plazas de aparcamiento en un emplazamiento tan
reducido creará más densidad de tráfico, polución y ruido». Finalmente, argumenta que «el edificio no
tiene características artísticas, pero en Elche no las vamos a encontrar y ése es otro de los motivos
para conservarlo. O cambiamos los parámetros de la conservación o sólo tendremos La Calahorra, Las
Clarisas y Santa María»
José Antonio Pascual: «Tendría que haber un concurso de ideas»
El arquitecto ilicitano José Antonio Pascual sentencia que, «como principio general, tendría que
haberse convocado desde hace mucho tiempo un concurso de ideas abierto a cualquier propuesta que
permitiera todas las opciones, desde la conservación del edificio y los usos, hasta la sustitución por otra
construcción nueva y el cambio de uso o de su posición». No obstante, alerta de que, «en cualquiera
de las posibilidades que se eligiera, el Ayuntamiento tendría que hacerse cargo del proyecto y afrontar
la inversión». Ante este escenario, José Antonio Pascual admite que, «con el estado actual de las arcas
municipales y el futuro que se atisba, ahora sólo cabe la rehabilitación, de manera que el Ayuntamiento
comparta los gastos con los comerciantes». Al margen de todo eso, comenta que «un aparcamiento en
ese emplazamiento, con los condicionantes de accesibilidad que presenta para la entrada y la salida,
por el Pont Nou, el Carrer Major de la Vila o incluso la Corredera, es un error desde el punto de vista
urbanístico, porque la congestión que se podría producir en caso de éxito le llevaría al fracaso.
Estamos hablando de que en fines de semana y vísperas de festivo las colas podrían llegar hasta la
avenida de la Libertad, con un kilómetro y medio hasta el último coche y gente que no podría utilizar sus
plazas en propiedad». Para este arquitecto, «la zona del mercado tendría que ser peatonal, con acceso
restringido para vehículos de aprovisionamiento y de urgencias y para vecinos, pero con una parada de
carga y descarga de cinco minutos para los clientes, como se hace en la estación de autobuses de
Alicante». Al igual que otros especialistas, insiste en que «la existencia de un Mercado Central público
ofrece valores diferenciados y turísticos que lo distingue de los tres centros comerciales que ya existen
en Elche, que, además, tienen aparcamiento gratuito»
José Antonio Pascual Pascual ha creado el proyecto Edificio para 5 viviendas, local y trasteros.
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