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La nueva a sede del Instituto Biocruces es un edificio de nueva construcción destinado a acoger las áreas de investigación y animalario. El programa se reparte en 8 plantas, 3 de ellas bajo rasante. Sobre rasante la planta se divide en dos bloques de laboratorios, separados por un bloque de áreas comunes en la fachada este y el núcleo de comunicaciones en la fachada oeste. Al tratarse de un edificio de laboratorios, se planteó un edifico de gran flexibilidad para adaptarse a los cambios. El diseño de las instalaciones fue clave, al tener una repercusión y complejidad muy superior a un laboratorio convencional. La construcción del edificio se vio condicionada por una parcela tremendamente ajustada y compleja. De esta manera, el edificio llega hasta los límites que permite la normativa, sin apenas distancia a los edificios vecinos. Sin posibles variaciones volumétricas, el diseño exterior se centró en formalizar de una tupida retícula a lamas como protección de la incidencia directa de los rayos solares y la visión desde los edificios vecinos. Únicamente en espacios singulares como vestíbulo o zona de descanso se generaron grandes ventanales que evidencian su carácter. La imagen se vio reforzada por el uso del color blanco en contraste con el entorno. Los espacios interiores siguen la línea argumental de la fachada, con colores claros que llenan el edificio generando espacios de trabajo luminosos. Contrasta el uso de la madera en espacios de mayor representatividad y calidez. De manera puntual, se utilizó el color para prestar información relevante al usuario.

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