En tiempos de inflexión, hay pocas cosas tan revolucionarias como la arquitectura. Una nueva generación de arquitectos (por debajo de los 30 años), entre la que nos reconocemos orgullosos, hemos planteado una actitud reivindicativa y una nueva manera de abordar los proyectos que se presentan ante nosotros.

Nuestras clientas (tan jóvenes como nosotros) nos han exigido un considerable nivel de calidad con precios muy ajustados. A cambio nosotros les hemos pedido confianza. La confianza en que, en tiempos de crisis, una pequeña Escuela Infantil puede ser una gran oportunidad para investigar acerca de ese recinto íntimo que proteja a nuestros pequeños usuarios del excesivo ruido de estos tiempos.

Así, hemos elaborado un mundo, que sin una deshonesta pretensión de invisibilizar lo que ocurre fuera, pretende ser la expresión de que la felicidad, construida desde la infancia, puede ser el germen de un cambio que la generación que nos sucede deberá afrontar.