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El monasterio fue construido en el siglo XIII por el Císter siguiendo de modo literal la traza canónica de la Orden. Existió previamente en el lugar una ermita benedictina, edificada inmediatamente después de la Reconquista de Segovia. Tras un periodo de prosperidad que duró un par de siglos, la vida y actividad del monasterio fue decayendo hasta ser vendido a particulares con la desamortización de Mendizábal. El edificio conoció entonces los más variados usos llegando hasta nuestros días en un estado completamente ruinoso. Sus actuales propietarios decidieron consolidarlo, realizar una campaña arqueológica y construir un pabellón o estancia en el conjunto incorporando los escasos partes del claustro que quedaron en pie. La actuación respeta el carácter de ruina de los restos del templo, eliminando los elementos y construcciones recientes. Carece de un uso definido. Sobre la bóveda de piedra de la única nave lateral que conservó la cubierta dispusimos un revestimiento de zinc siguiendo la forma de cañón y la dotamos de gárgolas y bajantes de hierro negro para evacuar las aguas. La estancia se sitúa en una esquina de lo que fue el claustro en posición oblicua respecto a los restos y el templo. Se trata de una pieza de forma rectangular alargada dividida en dos zonas separadas por un porche; la primera contiene una sala o estancia e incorpora los restos de la antigua portería del monasterio; la segunda contiene un taller destinado a la confección de telas con tintes naturales. Bajo esta planta existe además un semisótano que contiene la “bodega arqueológica” que apareció durante la excavación, además de un garaje e instalaciones. La construcción se terminó en madera de castaño para evitar competir con la piedra del templo. Aleros, carpinterías y otros elementos se construyeron en hierro negro sin tratar. Las cubiertas de zinc relacionan esta construcción con la consolidación efectuada en el templo. Techos y paredes interiores de la estancia se revistieron con tableros de pino radiata, con mucha veta, que producen un interesante juego de formas triangulares en los encuentros de nuestra pieza con las cubiertas de los restos de la portería. Los solados y la chimenea son de hormigón. La estancia presenta grandes paños de vidrio que miran hacia la llanura castellana desde su elevada posición en la falta norte de la Sierra de Guadarrama.