En 1919 comenzó la historia de los aeropuertos en Alicante con el aterrizaje de dos biplanos de la compañía francesa Sociéteé des Lignes Latécoêre en los terrenos del campo de tiro nacional de San Vicente del Raspeig que se convertirían, en 1936, en el aeródromo de Rabassa.

Aquí se estableció una base de la IV Región Aérea que trataba de defender Alicante de las incursiones de los Savoia con base en Mallorca. Durante el trienio bélico, en 1937, se levantó el hangar para aviones: una nave de estructura metálica de 80x25 metros con dos portones de 40m de luz libre. Terminada la guerra, el régimen de Franco la incorporó como base a la Región Aérea de Levante y entre las obras hechas están la Torre de Control y los pabellones para los militares.

En los años 50, el aeropuerto prestó servicio al ejército y a líneas comerciales hasta 1967 y, a la vez, nació el ‘Aeroclub de Vuelo’ que funcionó hasta que se cerró la Base Militar de Rabassa en 1978. Al año siguiente, aprovechando que en dichas instalaciones ya hacía más de una década que se había establecido el C.E.U., se fundó la Universidad de Alicante, cuyo Campus se desarrollaría por los terrenos del viejo aeródromo alrededor de la torre, del hangar y de los pabellones.

La torre se compone mediante la adición de volúmenes simples (principalmente prismas y partes de cilindros) al modo de muchas arquitecturas de vanguardia de entreguerras. La implantación del edificio, cercana a las pistas de aterrizaje, y la necesidad de observación a ambos lados se soluciona con una macla simétrica de volúmenes ascendentes.

La Torre de control sigue los criterios de intentar ser “lo más funcional y económica posible”, asemejándose a los modelos que para el Servicios Aeronáuticos de la Generalitat de Catalunya se publican en 1934 en la revista A.C. del GATEPAC.

Sus referencias estilísticas basculan entre una geometría racional (de perfiles expresionistas contenidos y contornos aerodinámicos) y una estética maquinista (de planos y aristas rectas o curvas, pero precisas y exactas, de apariencia de objeto de fabricación industrial) que anticipa la imagen de posguerra del electrodoméstico utilitario: blanco, regular, modulado y con perfiles metálicos, cercano a los planteamientos de la Nueva Objetividad; aunque esta es la imagen de su cuerpo hacia adelante: acristalada y liviana mientras que la parte posterior, más maciza y opaca, con algunos arcos de medio punto, remiten la construcción a arquitecturas más tradicionales y coloniales (como la coetánea y desaparecida Comandancia en el puerto de Alicante).

El lenguaje y los materiales utilizados —algo contradictorios con el empleo de carpintería de acero frente a las volutas de hierro forjado del delicado voladizo semicircular y con el recurso de superficies blancas, curvas y rectas, de origen náutico y vernáculo, de doble apariencia ligera y pesada— son adecuados para esta torre aeronáutica sin afanes representativos, organizada estrictamente en atención a su función: planta baja y piso para oficinas y despachos, niveles superiores para controles visuales y técnicos de la aviación y planta de sótano (ajustada a un rectángulo menor), protegida por una losa de más de 1m de espesor, para refugio soterrado a modo de búnker, propio del clima bélico de aquellos años. El estado actual de la Torre, tras la rehabilitación de 1993-97 de J. Domingo y Á. Vaillo, es muy bueno, habiéndose conservado muchos elementos primigenios como la escalera con su pasamanos y sus peldaños y habiendo sustituido el acero exterior por perfiles de aluminio lacado.

El propio maestro A. Siza, que proyecta el Rectorado (1996-99), adecúa su diseño a la presencia de la Torre; por un lado, los volúmenes del edificio se escalonan dejando una sola planta al aproximarse al hito; por otro lado, el ala norte se gira y su muro de cierre se inclina para rematar su perspectiva con el propio hito fundacional del Campus.

Desde entonces, y con el nuevo uso administrativo, la vieja Torre de Control del Aeródromo de Rabassa y el Hangar de aviones se alzan casi en el centro geométrico del Campus de la Universidad de Alicante, como si fueran la torre campanario y la nave de la iglesia parroquial del centro histórico de la actual ciudad universitaria: una ciudad que asume los planteamientos del urbanismo funcionalista de los CIAM donde, sobre un gran manto verde, se levantan exentas las edificaciones y que nos recuerda las tipologías de campus universitarios americanos.

La institución DoCoMoMo, que vela por la documentación y conservación de la arquitectura del movimiento moderno, incluyó la vieja Torre de Control en sus registros, la publicitó en su libro de Equipamientos Modernos I (2010) y, finalmente, le ha otorgado la placa que reconoce esta distinción. Los gobiernos y los usos pasan, pero la arquitectura, con su capacidad de servicio permanece, en este caso, como superviviente de una especie extinguida, porque ha sabido adaptarse, transformando su primitivo uso militar en un nuevo uso civil más contemporáneo.