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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa
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¿Qué es un edificio sano?

Anna Pont y Jordi Comas defienden que el control energético, el precio moderado de la construcción, la calidez de los espacios interiores y la relación de arquitectura y naturaleza miden la salud de un edificio

Centro Médico Psicopedagógico de Osona, en Vic, proyectado por Jordi Comas Mora y Anna Pont Armengol.
Centro Médico Psicopedagógico de Osona, en Vic, proyectado por Jordi Comas Mora y Anna Pont Armengol.Adrià Goula
Anatxu Zabalbeascoa

El Centro Médico Psicopedagógico de Osona, en Vic, que han proyectado Jordi Comas Mora y Anna Pont Armengol parece más un barrio que un edificio. Es la suma de módulos —de seis metros de ancho—, lo que le confiere ese aspecto doméstico y, por lo tanto, cercano y acogedor. Y ha sido la decisión de destacar uno de esos módulos, el pabellón de acceso —centrado, transparente y de menor altura— lo que ha ordenado urbanísticamente el proyecto, como si la suma de pabellones, la topografía del terreno y los jardines y huertos intersticiales formaran una pequeña población.

Además, el hecho de que los pabellones compartan dos escalas y un único material industrial define un vecindario ordenado, bien avenido y seguro de su identidad colectiva.

Todas las partes del centro albergan servicios de rehabilitación para personas con enfermedad mental y todas son construcciones económicas realizadas con estructura metálica cubierta de pvc y madera en el interior y cerradas con un sistema bioclimático pasivo en su lado sur.

Sobre una estructura metálica abovedada de seis metros de luz, una cubierta ligera permite ventilar la cámara de aire en verano y cerrarla en invierno para conservar el calor e irradiarlo hacia el interior con unos mecanismos automatizados.

Centro Médico Psicopedagógico de Osona, en Vic.
Centro Médico Psicopedagógico de Osona, en Vic.Adrià Goula

Algo parecido sucede en las fachadas sur: un porche lineal de 1,5 metros de profundidad realiza la función de colchón térmico gracias al efecto invernadero. Esos espacios tienen un cierre practicable de cortinas de PVC que se pueden correr en invierno para acumular calor o abrir en verano dejando el porche como elemento de protección solar.

La búsqueda de un orden genera austeridad —el edificio ha tenido un coste de 1.100 euros por metros cuadrado— y hace que la arquitectura juegue con pocos materiales. Pero la idea de utilizar un único revestimiento para fachadas y tejados contrasta con las plantas de los invernaderos y con la madera de los espacios interiores enriqueciendo y humanizando el proyecto.

Ubicado a las afueras de Vic, junto a los principales centros de salud de la ciudad, y rodeado por un parque, el nuevo centro permite adaptar la demanda energética según la ocupación interior y el clima externo. Ese cuidado energético le ha valido la clasificación energética A, la más eficiente. Además, el edificio cuida la movilidad, la accesibilidad y el bienestar de los pacientes. Está desarrollado en la planta baja para facilitar la movilidad de los usuarios. Y está salpicado de huertos y rodeado de vegetación: son los propios pacientes los que se encargan del jardín y los huertos como terapia de rehabilitación.

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