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Madrid Nuevo Norte, una gran regeneración para coser una herida urbana

Arquitectos, urbanistas y expertos ven necesario dotar de viviendas y servicios el norte de la capital pero lamentan algunas carencias del proyecto

Recreación del futuro proyecto de Madrid Nuevo Norte.
Miguel Ángel Medina

Detrás de la estación de Chamartín, al final de la Castellana, permanece una gran zona sin uso, entre playas de vías y solares vacíos. Una herida urbana que parte la ciudad al norte, junto a las Cuatro Torres —pronto, cinco—. Arquitectos, urbanistas y expertos consideran necesario actuar en esta área, como pretende el proyecto Madrid Nuevo Norte, y coinciden en que va a suponer una gran regeneración de la ciudad, pero lamentan algunas carencias del proyecto, como la falta de prolongación de la Castellana y el bajo porcentaje de vivienda pública que conlleva.

“Esta será una obra que transformará y dinamizará la zona norte de la ciudad, regeneradora desde el punto de vista urbanístico, y fundamental desde el punto de vista laboral”, explica Pablo Méndez, de la consultora Savills Aguirre Newman. “Recuerda mucho a lo que supuso Madrid Río, que transformó completamente la zona sur. Es una herida urbana que hay que cerrar”, añade.

Daniel Cuervo, secretario general de la Asociación de Promotores Constructores de España, coincide en la valoración: “Este proyecto significa coser la herida de las vías de tren de la zona norte con zonas verdes, servicios, dotaciones para el ciudadano y también con vivienda libre y asequible, con lo que la ciudad sale beneficiada”. Cuervo destaca que se aplicará un nuevo urbanismo “con un nuevo concepto de eficiencia energética de los edificios”, pero considera que se podría haber aumentado el número de viviendas proyectadas (hay 10.500 previstas).

Andrés Jaque, director de Arquitectura Avanzada de la Universidad de Columbia, cree que este proyecto es “el más va a transformar Madrid, su papel en el mundo y su realidad cotidiana en las próximas cinco décadas, y sin embargo el debate actual y la manera en que se ha construido esta realidad es enormemente raquítica. Madrid Nuevo Norte no puede existir así, con este grado de esquematismo, no puede ser solo una discusión de parámetros de densidad, de usos”. Para Jaque, MNN "no puede seguir siendo lo que ha sido hasta ahora, pero puede convertirse en una plataforma que absorba la riqueza cultural, la capacidad de invención y la posibilidad de pensar la manera en la que nos repensamos como ciudad, la vida cotidiana de Madrid y su relación con el medio ambiente".

El urbanista Luis Rodríguez-Avial, que trabajó en el plan general madrileño de 1997, cree que “se ha perdido la gran oportunidad de prolongar la Castellana”, y en su lugar “se toma como eje estructurante la calle de Agustín de Foxa, que es una calle secundaria en Chamartín”. En su opinión, “la estructura urbana de las calles y las manzanas en el proyecto está sin orden ni concierto. La ordenación urbana es impersonal. Le falta geometría para que parezca ordenada”. Rodríguez-Avial se queja de la falta de vivienda protegida para alquiler, “que es lo que demandan los jóvenes”, y cree que el anterior proyecto de José María Ezquiaga, de 2011, “era mucho más ambicioso”.

Precisamente Ezquiaga, exdecano del Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM), se queja de que “la actuación ha perdido en el camino uno de sus rasgos singulares: la prolongación de la Castellana”, que permitiría “anclar el nuevo desarrollo del norte de Madrid al eje vertebral que organiza el corazón de la metrópoli”. En un reciente artículo en EL PAÍS, el también urbanista pide además un “incremento de la capacidad residencial orientado a la creación de vivienda en alquiler a precio tasado (prioritariamente para primer acceso)”.

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La nueva decana del COAM, Belén Hermida, piensa que “las ciudades son organismos vivos, esta intervención intenta resolver un gran vacío urbano cuya solución no se podía dilatar más en el tiempo”. En este sentido, opina que Madrid Nuevo Norte “supone una oportunidad real para implementar estrategias de transformación y regeneración urbanas, construir nuevas soluciones de movilidad y vivienda, de acuerdo con nuestro lugar y nuestro tiempo”.

Eduardo Mangada, exconcejal de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid y exconsejero de Ordenación del Territorio de la Comunidad de Madrid, se opone al proyecto: "Es una operación mala para Madrid, porque vuelve a acentuar el desequilibrio entre el norte y el sur desde el punto de vista urbanístico, no da respuesta a necesidades reales que el suelo público podría ofrecer, y porque el diseño hasta ahora conocido es bastante malo". El también arquitecto considera que "se ha malvendido una cantidad enorme de suelo público situado en una zona estratégica de Madrid como es el norte para el usufructo y beneficio único de un banco, el BBVA". "Es un pecado gravísimo ceder un bien público a una empresa privada para su negocio privado, y no para el bien de todos los madrileños", añade.

Enrique Villalobos, presidente de la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos, está de acuerdo con que "la zona necesita un cierre adecuado, no podemos seguir teniendo esa zona sin urbanizar", pero cree que el proyecto "es un mal cierre de la ciudad: Madrid no necesita tanto suelo terciario ni ese planteamiento en torres". Considera que tal y como está planteado solo aumentará la desigualdad entre el norte y el sur y pide más vivienda pública.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Medina
Escribe sobre medio ambiente, movilidad -es un apasionado de la bicicleta-, consumo y urbanismo. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense, ha ganado los premios Pobre el que no cambia su mirada y Semana Española de la Movilidad Sostenible. Ha publicado el libro ‘Madrid, preguntas y respuestas. 75 historias para descubrir la capital’.

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