ACADEMIA

La Academia de Belas Artes homenajea a Gallego Jorreto

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photo_camera Manuel Gallego Jorreto entre maquetas y planos en su estudio de A Coruña.

El arquitecto carballiñés ha sido nombrado por unanimidad miembro de honor de la institución

El arquitecto carballiñés Manuel Gallego Jorreto (1936) recurre a los adjetivos "pequeño" o "básico" al definir sus proyectos. Acaba de ser nombrado nuevo académico de honor por la Real Academia Galega das Belas Artes, y al preguntarle por esta elección contesta: "¿Qué nombramiento?".

Con humildad, agradece las felicitaciones. "Es una alegría, una gran sorpresa. Ahora toca seguir trabajando".

El amor por la profesión nació en Madrid. "Tuve profesores que me hicieron ver que esto merecía la pena. La arquitectura es como un gusanillo, y cuando te das cuenta ya estás enganchado", enfatiza. En la vida, le engancha "casi todo". "Me gusta el fútbol, la naturaleza, viajar y estar con los amigos. La vida es espléndida", dice el arquitecto, que a los 80 años no aparta la mirada de planos y maquetas. "¿Mi rutina? Todo el día en el estudio".

La elección de la Real Academia de Belas Artes fue apoyada "por unanimidad" en la sesión ordinaria del sábado: "A proposta foi amplamente defendida polos méritos de tal relevante arquitecto".

Jorreto fue Premio Nacional de Arquitectura en 1997, medalla de oro de la arquitectura del Colegio Superior de los Colegios de Arquitectos de España en 2010 y medalla Castelao en 1996. Son una muestra de las distinciones recibidas por el arquitecto que influyeron en el nombramiento de la Academia: "Ahora lo complicado es preparar el discurso, pero tengo margen así que no hay problema", se ríe.

Sus obras están repartidas por toda la geografía gallega. La más conocida es la residencia del presidente de la Xunta, en Santiago. También es autor de las casas de Cultura de Chantada y Valdoviño, centros de investigación en el Campus de Santiago, el complejo administrativo de la Xunta en Campolongo o el Museo de las Peregrinaciones en Santiago.

En Ourense, la ciudad que lo vio crecer, realizó un centro cultural. Recuerda que "hubo arquitectos muy buenos" y apunta qué le falta arquitectónicamente a Auria: "Se pudo aprovechar mejor el río para llevar a cabo proyectos".

Deja entrever el cariño que guarda de la ciudad: "Aunque nací en Carballiño, Ourense fue mi juventud". Y en los dos lugares se le han quedado espinitas clavadas, ideas que no pasaron a la realidad y en las que puso esfuerzo y mimo: "Sentí mucho que no se llevara a cabo el centro del Campus de Ourense, porque tenía un teatro experimental que me ilusionaba". En papel también se quedó, precisamente, el Museo do Papel de  Carballiño. El Museo del Mar de Bueu se suma a los proyectos frustrados que más le dolieron.  "Cada idea implica diez o quince años de trabajo, de darle vueltas a la cabeza", afirma. 

Volviendo al pasado, Jorreto recapitula hasta su primera construcción. "Creo que fue un colegio en Madrid. Un proyecto muy básico", dice. Ya en su tierra, creó unas viviendas en Coruña. "Muy bonitas. Después hice mi casa". 

Con los mismos principios que construyó su hogar, idea el resto de la arquitectura. "Es complicado. Procuro pensar en la gente que lo va a usar, resolver los problemas que tiene y que funcione bien. En definitiva, que estén a gusto".

Enseñanza y jubilación

La enseñanza complementó el resto de su vida. Fue profesor del Departamento de Proyectos Arquitectónicos y Urbanismo de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura en la Universidad de Coruña durante veinte años. Ya jubilado, deja un mensaje para los que están formándose y para los que tienen ese "gusanillo" con el que empieza el interés por la arquitectura: "A los jóvenes le diría que se lo tomen con calma, que resistan, que se ilusionen por esto".

Desde el estudio avanza su última ocupación:  "Estoy trabajando en una rehabilitación en la illa de Arousa. Será una biblioteca y un centro para la tercera edad". 

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