_
_
_
_
_

Jaque mate a las limitaciones físicas en Anantapur

La arquitecta Arancha Alvear relata su trabajo para que el diseño de la primera escuela de Educación Inclusiva de Anantapur (India) favorezca la equidad y el aprendizaje

Alumnos de la primera escuela de Educación Inclusiva de Anantapur (India).
Alumnos de la primera escuela de Educación Inclusiva de Anantapur (India). Fundación Vicente Ferrer
Más información
Maltratadas por tener la regla
El suburbio de los discapacitados
Consenso + voluntad + inteligencia = desarrollo sostenible inclusivo
Filosofía, arquitectura y arte para construir la ‘civitas’

Nunca olvidaré la energía con la que me recibieron aquella primera tarde los casi 60 alumnos de la primera escuela de Educación Inclusiva de Anantapur (India) en sus antiguas instalaciones. Era muy importante que fueran ellos mismos los que me enseñaran dónde y cómo vivían y estudiaban.

Aquel día, a pesar de carecer de un lenguaje verbal común para comunicarnos, me bastaron un par de gestos por su parte, seguidos de algunas preguntas retóricas en mi cabeza, para empezar a comprender lo que estaba sucediendo. Percibí que ciertos elementos básicos arquitectónicos, como la encimera de un lavabo, no estaban siendo funcionales, impidiendo el desarrollo de los menores. No es que los niños no supieran cómo hay que lavarse las manos, sino que las barreras arquitectónicas se lo estaban poniendo difícil.

En una escuela de Educación Inclusiva vale todo. Cuando llegué a Anantapur en 2016, había muchos niños y niñas con discapacidad visual, pero esa realidad no tiene porqué seguir siendo la misma en los próximos años. Los usuarios cambiarán y también lo harán sus necesidades. La India rural aún no puede presumir de contar con aldeas inclusivas, aunque, como apunta el Banco Mundial, tres cuartas partes de las personas con discapacidad que viven en la India, habitan fuera de las grandes ciudades.

Por eso, el reto educativo dirigido a este colectivo vulnerable consiste en formar a los menores para que, cuando dejen la escuela, sean capaces de enfrentarse a la realidad que les espera y ser autosuficientes. En eso estamos trabajando el equipo de arquitectos de la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur, en cumplir con el fin de que la arquitectura que les rodea sea una herramienta que favorezca su desarrollo.

Tres cuartas partes de las personas con discapacidad que viven en la India, habitan fuera de las grandes ciudades

La altura de la visión aproximada de un alumno de la Escuela Primaria de Educación Inclusiva de Anantapur es de un metro sobre el suelo. Esto significa que, si a su alrededor todo ha sido diseñado con dimensiones estándares, el mundo se vuelve gigante y complicado. Y acciones cotidianas y aparentemente sencillas, como abrir una puerta, se convierten en algo extremadamente difícil. Las instalaciones donde estudian y residen limitan su autonomía y, por lo tanto, su crecimiento y desarrollo.

Cuando diseñamos edificios inclusivos, nos aseguramos de que la estructura sea sencilla, para que los alumnos y alumnas con diversidad funcional dominen fácilmente el espacio. En contraste con esto, intentamos generar recorridos infinitos, que estimulen a los niños y niñas, y les inviten a seguir descubriendo. Cuando un menor con problemas de motricidad llega por sí mismo a cada rincón de un edificio, su autoestima e, indirectamente, su nivel de aprendizaje, crecen.

No es que los niños no supieran cómo hay que lavarse las manos, sino que las barreras arquitectónicas se lo estaban poniendo difícil.
No es que los niños no supieran cómo hay que lavarse las manos, sino que las barreras arquitectónicas se lo estaban poniendo difícil.Fundación Vicente Ferrer

Sin embargo, la arquitectura inclusiva va más allá de facilitar que los niños y niñas alcancen ciertas alturas o puedan abrir puertas y ventanas sin dificultad. Luchamos por un diseño que, siendo sencillo, genere situaciones equitativas que favorezcan el aprendizaje y originen así relaciones sociales donde los alumnos estén al mismo nivel. Las proporciones, el color o las texturas son algunos de los parámetros que llevamos al extremo, utilizando el contraste como herramienta de estimulación de los usuarios.

El centro del edificio que inauguramos en 2017 lo corona un ajedrez gigante que invita al juego. El tablero es el popular juego de mesa fuera de escala para que los alumnos aprendan a hacerle un jaque mate a sus limitaciones físicas en Anantapur.

Arancha Alvear es arquitecta y voluntaria de la Fundación Vicente Ferrer

Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra newsletter.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_