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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa
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Hacer hablar a la fachada

La sede de la Fundación Germina que b720 ha firmado en Badalona combina prefabricación y acabado artesano. Por eso habla de respeto y futuro desde un edificio que aspira a cambiar el mañana de niños con riesgo de exclusión social

Fachada principal de la Fundación Germina, obra de de Fermín Vázquez (estudio b720), en Badalona (Barcelona).
Fachada principal de la Fundación Germina, obra de de Fermín Vázquez (estudio b720), en Badalona (Barcelona).Marc Goodwin
Anatxu Zabalbeascoa

Hay niños y las niñas en riesgo de exclusión social de todas las edades. Por eso este edificio es uno y tres a la vez. Las necesidades de un bebé que gatea y las de un adolescente son muy distintas, y un edificio debe reconocerlas. Eso hace la sede de la Fundación Germina que ha culminado Fermín Vázquez y su estudio b720 en Badalona (Barcelona). El edificio habla, desde una cuidadísima materialidad de hormigón proyectado y madera, de huecos y muro y de suma de partes. Es uno y tres a la vez y esas partes están señaladas en la fachada y conectadas, con posibilidad de independizarse, en el interior.

El barrio de Badalona en el que se ubica el inmueble es un vecindario con pocos recursos y bastante atrevimiento. Por eso la Fundación convive con un edificio de viviendas sociales de llamativa fachada roja y grandes huecos (obra de bcq arquitectos). De ese inmueble toma prestado el tamaño de las ventanas. Es un reconocimiento a quienes llegaron antes e indica una voluntad de construir barrio, de sumar fuerzas, por encima de señalar un edificio.

Fachada trasera de la sede de la Fundación Germina, obra de Fermín Vázquez (estudio b 720), en Badalona (Barcelona).
Fachada trasera de la sede de la Fundación Germina, obra de Fermín Vázquez (estudio b 720), en Badalona (Barcelona).Marc Goodwin

Ese pararse a pensar en los demás: usuarios, vecinos y visitantes del barrio, honra a los arquitectos del nuevo inmueble. Pero además le confiere autoridad, lo arraiga en el lugar. La libertad compositiva de los arquitectos añade a esa sobriedad una hermosa austeridad, una vestimenta creativa pero no estridente, acertada. De todo eso habla la fachada. Lo mejor, sin embargo, es que ese rostro urbano es solo el principio de lo que hay detrás: la cara de un interior igualmente cuidado, dispuesto, organizado, construido y se diría que domesticado para acoger el estudio y el ocio de los niños.

El nuevo edificio, de seis cajas apiladas que contienen las seis plantas, da unidad a un programa fraccionado gracias a la fachada —partida y entera a la vez— los espacios comunes y los niveles superiores donde se encuentra la zona administrativa. El orden cartesiano de las cajas está roto por dislocaciones que provocan la aparición de espacios de diversos tamaños que enriquecen el interior y el exterior del inmueble.

Fermín Vázquez explica que el ajardinamiento irá colonizando con el tiempo los espacios exteriores, cerrados para el uso de los niños. También que las carpinterías de madera, los toldos practicables que resguardan el inmueble del azote del sol en la fachada sur, la cubierta ajardinada, el uso de materiales de bajo impacto y la eficiencia de las instalaciones han logrado que el edificio obtenga la certificación energética A. El coste ha sido de 1.300 euros por metro cuadrado, según el arquitecto.

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