La situación meteorológica que Europa experimentó este año proporcionó la excusa perfecta para que los propietarios invirtieran en césped artificial para sus jardines. Los períodos cálidos y secos son cada vez más frecuentes en Europa y, unidos a la falta de lluvias, dejan a las autoridades europeas sin otra opción que prohibir el uso excesivo de agua para el riego.  Como resultado, muchas zonas verdes, parques y jardines se han vuelvo marrones o se han desvanecido por completo.  Este es un factor que no se debe menospreciar.  Un estudio holandés incluso destaca que el valor de los bienes inmuebles se incrementa en un 10% si el jardín es verde y exuberante.  Es más, aquellos que estudian la psicología del color concuerdan en que es el color lo que importa, y no tanto el material del que se han fabricado los artículos. Los paisajistas belgas y holandeses ya “se han subido al carro” ofreciendo servicios que harán que los jardines se vean verdes y bonitos, un servicio bien acogido por los agentes inmobiliarios deseosos de vender propiedades. 

En condiciones climáticas extremas, el césped siempre es el primero en sufrir las consecuencias, secándose o siendo menos exuberante; afectando a la percepción de la gente sobre estos espacios.  

El césped artificial, por el contrario, no se ve afectado por las condiciones climáticas; además no requiere de agua para mantener su color, ni tanto mantenimiento, y está diseñado para drenar rápidamente el agua de lluvia.  También evita que el calor afecte al suelo de debajo, lo que ralentiza el proceso de deshidratación de la superficie y de su entorno inmediato. 

Un artículo recientemente publicado en la revista científica Nature insinuaba que las altas temperaturas medidas durante el verano de 2018 podrían volver a ocurrir en los próximos cuatro años. Es por eso que puede ser el momento de considerar la inversión en césped artificial para jardines y espacios públicos, que garantizará niveles de estrés reducidos durante todo el año.